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Meguila de Ester escrita a mano sobre un pergamino. |
El Talmud dice que todo Shabat y festividad judía es “mitad espiritual, mitad física”. Pasamos parte del día rezando en la sinagoga (la mitad espiritual), y el resto del día comiendo una excelente comida y relajándonos en casa (la mitad física).
La espiritualidad no es alcanzada exclusivamente mediante meditar en soledad en la cima de una montaña, o haciendo promesas de abstinencia en un monasterio apartado. La espiritualidad judía proviene de la interacción con el mundo físico de una manera que eleva y ennoblece.
La espiritualidad, dice el judaísmo, es encontrada en la cocina, en la oficina, e incluso en el dormitorio.
Una excepción a esto es Iom Kipur, cuando las dos mitades son espirituales: Pasamos todo el día rezando en la sinagoga, sin comida, sin relaciones maritales, y descansando lo mínimo.
La segunda excepción es Purim, cuando las dos mitades son físicas: Tenemos banquetes, visitamos amigos, vestimos disfraces, y bebemos en exceso.
El Gaón de Vilna (siglo 18, Lituania) explica que “Purim” tiene las mismas letras que Iom haki-Purim, el nombre bíblico oficial de Iom Kipur. Eso que logramos en Iom Kipur con ocupaciones espirituales, lo logramos en Purim con ocupaciones físicas. Estas festividades son los dos lados de una misma moneda, dos mitades del mismo día.
Más Grandioso que Iom Kipur
Interesantemente, vemos el balance de mitad físico/mitad espiritual reflejado en cada una de estas dos festividades mismas. En Iom Kipur, nos preparamos para el ayuno teniendo un banquete el día anterior. En Purim, nos preparamos para el banquete ayunando el día anterior (Taanit Ester).
Podríamos asumir que Iom Kipur es el más grandioso de los dos días. Pero en un aspecto, Purim es aún más grandioso: Es más fácil lograr elevación espiritual en un día como Iom Kipur, en el que rezamos y no tenemos tiempo para actividades prohibidas como chismear o enojarnos. Además, a través del ayuno, el alma domina al cuerpo.
Pero en Purim, en nuestro estado, es mucho más difícil mantener nuestra dignidad humana. Como lo escribe el rabino Eliahu Kitov: “Si uno logra santidad mediante aflicción, y otro logra santidad mediante indulgencia, ¿cuál es el más grandioso de los dos? Puede decirse que el que logra santidad mediante indulgencia es más grandioso, porque el alcance de santidad mediante indulgencia requiere un grado de lucha y esfuerzo infinitamente más grande”.
En este sentido, el desafío de Purim es más grande.
El potencial para la elevación espiritual en Purim es tremendo. Y mientras estamos haciendo fiesta y bebiendo, deberíamos tener esto en mente y no dejar que la oportunidad se nos escape.
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